Delia es una pastelería que nace del recuerdo y del deseo de volver a lo esencial. Inspirada en la cocina de las abuelas, transmite autenticidad, calidez y sabor real, sin pretensiones, pero con mucha alma. Delia es una forma de vivir que no corre, que disfruta. Acá no hay trucos ni artificios, solo recetas con historia: budines húmedos, alfajores suaves, galletas de manteca y bizcochuelos esponjosos. Todo hecho como antes, con ingredientes simples y el tiempo necesario para que las cosas salgan bien. Delia encarna el alma de quien busca disfrutar. Que celebra con un café y algo dulce. Este proyecto es una invitación a reconectar con lo casero, con el olor a horno prendido, con la mesa compartida. Es volver a lo analógico, al ritual del postre, al disfrute sincero de las pequeñas cosas.

Mi camino en la pastelería nació en casa. Crecí viendo a mi mamá recolectar fruta y transformarla en mermelada, como un acto de magia. Mis tardes estaban llenas de recetas que viajaban de generación en generación.

Así fui creciendo, convencida de que lo extraordinario se esconde en lo cotidiano.

Con el tiempo estudié, trabajé en distintos espacios de alta gastronomía y aprendí nuevas técnicas, pero descubrí que lo que realmente me emociona es la pastelería artesanal y tradicional. Lo simple bien ejecutado: un budín perfecto, un alfajor con la textura justa, una galleta que se deshace en la boca.

Porque en lo simple no hay lugar para esconderse, y justamente ahí está lo maravilloso. Lo simple es lo auténtico, lo que perdura más allá de las modas.